miércoles, agosto 29

Cuchara de té


Un cigarrillo enciende la noche.


A pesar de sus deseos, el tiempo se ve nuevamente consumido por el recuerdo de una mujer, de la mujer que no ha podido sacar de su cabeza, y es que aun cuando pensar en ella no le quita el sueño, se siente incómodo ante lo que ella le provoca. Hace tiempo que no se sentía así, enfrentado al extraño placer que esas emociones causan. Sabiendo que en la oscuridad de su habitación nadie puede verlo (ella no puede verlo) sonríe satisfecho.


Han pasado algunas horas desde que estuvo con ella, pero aún puede ver su rostro coqueto sonriendo antes de despedirse diciendo 'no me extrañes demasiado'. Él sólo había sonreído de vuelta, para luego verla desaparecer entre la multitud, sin atreverse a decir que ya la extrañaba. El recuerdo ha llenado su cabeza de dudas. Quizás debería haberlo dicho, confesarle que extraña su dulce rostro y sus ojos coquetos, decirle cuánto le encanta estar siempre de acuerdo con ella, admitir que su presencia lo cautiva de una forma que el tiempo ha vuelto tan ajena. Pero no lo hizo, no sabe si alguna vez lo hará.


Las dudas persisten haciéndolo sentir todavía más incómodo. Se pregunta si acaso ella esconde algo tras sus palabras, si su sonrisa oculta algún secreto hasta el momento indescifrable para él. ¿Qué debe hacer la próxima vez que la vea? ¿Seguir con este juego? ¿Seguirá ella jugando? Quiere respuestas, pero las quiere llenas de dulces misterios, como ha sido desde un comienzo.


Las nubes que cubrían el cielo nocturno se han retirado. Su rostro es iluminado por el pálido resplandor de la luna.


En ocasiones le encantaría tener el rango emocional de una cuchara de té como el resto de su género, no sentir tantas cosas...

...pero no esta noche...

...pero no con ella...


Un cigarrillo se apaga.