Nunca he entendido el gusto suicida por el alcohol que invade a mis amigos cuando les va mal con sus relaciones; sin embargo, en cuanto se supo que la Isa había dejado al Emilio terminé acompañándolos al bar acostumbrado, tomando las cantidades de chela acostumbradas y diciendo las frases cliché acostumbradas. Aunque debo reconocer que en el momento en que llegaron las piscolas a la mesa comencé a preocuparme, en especial porque el Emilio no está acostumbrado a tomar tanto. Cuando salimos del bar algunos apenas podían mantenerse en pie, por lo que la decisión más correcta era irnos a la casa del Emilio -vive cerca y solo- para que ellos descansaran y el resto siguiera tomando hasta quedar igual de piojos. Pero me resultó extraño que no cortáramos camino por la plaza, sino que siguiéramos por la misma calle, que era un camino de 2 cuadras más. Al llegar a la esquina de la panadería me di cuenta porqué carajo el Emilio se vino por acá. '¡Traigánme la guitarra, que vamos a cantar, hermano!' gritó. A tres casas de la panadería vive la prima de la Isa y era su auto el que estaba estacionado, así que Emilio le sacó la guitarra al Suso llavando consigo a los que estaban "on the ball" y dejándonos al Lechuga (el vegetariano del grupo) y a mí cuidando a los malena. No sé cómo mierda le daba la precisión para tocar un punteo, pero de un momento a otro tenía incluso al dueño de la panadería cantando "Y volveré". '¡Isa! ¡Y volveré! ¡A tus brazos caeré! ¡Las estrellas brillarán! ¡¡Nuestro amor renacerá!!' La Isa salió llorando de la casa, aunque para mi sorpresa se veía ilusionada con la performance del Emilio y el coro de "ebrios cantores de Viena". El colmo del jugo llegó con la canción de amor clásica de teleserie noventera del 13, esa que decía "...bésame, hipnotízame..." y que todos demostraron saberse de memoria (mamones). Cuando terminaron la serenata el Emilio le devolvió la guitarra al Suso y aguardó a la Isa, que se le acercaba aún con lágrimas en los ojos. Todo iba como en las películas, la Isa se lanzó a los brazos del Emilio y le dio un beso igual de mamón que el show, pero... '¿Emilio? ¿qué te pasa?' Era como si las piscolas hubiesen empezado un carrete en la guata del Emilio y quisieran hacérselo saber a todos. Con su cara con un llamativo tono verde palta, el Emilio sólo atinó a hacer un lado a la Isa antes de ponerse a vomitar. La Isa volvió a llorar, pero de rabia y entró a la casa de su prima mientras nosotros -sin saber si reír o lamentarnos- simplemente tomamos en silencio a nuestro amigo mariachi y lo llevamos a su casa.
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