domingo, noviembre 19

Transantiasco

Ya se ha vuelto costumbre no darnos cuenta cuando somos los únicos que siguen tomando en algún carrete. Claro que el problema no es que nos pongamos jugosos y dejemos la cagá, sino volver a casa. Esa hueá de enfrentar al micrero, el sol, el alcohol que transpiramos y quizás más de un reto en la casa. El cumpleaños de Pancho no fue ninguna excepción, así que de nuevo estábamos caminando por la Alameda en busca de un quiosco o al menos un carrito de sopaipillas para calmar la fiesta que nos empezó en la guata.
Tras varias cuadras -que incluyeron a unos gringos madrugadores tomándonos fotos frente a la Moneda por andar con la cara de "chilean pisco's tipical hang over"- no queda más que apertrecharnos con la plata que nos quedó de la noche en algún boliche del terminal de buses que está al lado de la norte-sur y luego tomar la micro esperando no quedarnos dormidos en el intento, como la semana pasada.
Teniendo ya unas papas fritas, agua mineral, los lentes oscuros puestos, chicle y cigarrillo en un tonto intento por disimular el hedor a alcohol, nos disponemos a abordar el Transantiago para llegar a nuestras respectivas casas a dormir la mona (estamos como para uno de los comerciales de Zamorano).
Como buen domingo la micro se demora una hora en pasar, pero al menos ya estamos más despiertos y hay asientos desocupados apenas subimos, aunque son los que miran para atrás así que es de esperar que ninguno de los dos se maree porque ya botamos la bolsa de papas y no sería grato agregar un olorcillo más a los que ya cargamos, que por sí solos son capaces de alejar a los pasajeros hacia el fondo del bus.
El primer escollo que debemos superar es el lomo de toro que está pasando la Estación Central, recuerdo de cuando Trivelli andaba arreglando la Alameda en tiempo record. Mi cabezaso contra el vidrio no es nada comparado con tu espectacular caída, que provocó risas en el grupo de minas que estaban de pie frente a nosotros. Al menos nos da la posibilidad de hacernos los lindos y flirtear un poco con ellas, pero el romance se acaba cuando se bajan en Las Rejas.
Cuando el gusano gigante acelera por Pajaritos se hace evidente que el agua mineral no es suficiente para evitar sentir como el horrible calor veraniego está fermentando aún más la diversidad etílica que consumimos. Por un momento te oigo murmurar 'No tomo tequila nunca más' (típica promesa de curao), pero eso sólo será hasta el próximo viernes en el cumpleaños de la Ale. Además no creo que haya sido el tequila lo que nos cayó mal, sino el "terrorista" (vodka+ron+granadina) que siempre nos cae como molotov en la guata.
La verdad es que fuera de nuestro estado el viaje era bastante tranquilo, al menos hasta escuchar una voz demasiado familiar que armaba gran escándalo. Con tanto ruido no te es posible mantenerte dormido para pasar piola, así que sales de la burbuja etílica y levantas la cabeza para encontrar la mirada de tu suegra fija en ti. Se me pasa por la cabeza reír, pero sus ojos ahora me están escaneando y siento ese miedo que te da cuando te gruñe un rottweiler.
'Una se levanta temprano para ir a misa mientras el parcito vuelve apenas a la casa,' grita para avergonzarnos frente a toda la micro. '¿Pagaron escolar también?'
'Tía, no grite tanto por fa,' le digo en voz baja. 'Me duele la cabeza.'
'Es que era el cumpleaños del Pancho,' repones. 'Además a su hija no le molesta... mientras no sea escándaloso.'
Luego de ver que no estábamos tan mal, ella y sus amigas se van al fondo de la micro cagadas de la risa. Después de todo, siempre ha sido buena para huearte la vieja, pero te quiere caleta y se preocupa porque no le des mal ejemplo a la Vale. Además, no te podía tratar de otra forma si andaba con las viejas mamonas de la iglesia. Aunque claro, como es costumbre vuelves a dormitar como si nada hubiese pasado mientras yo tengo que esforzarme por quitarme lo rojo de la cara.
Llegando a la plaza te tengo que despertar porque tu suegra se baja y quiere despedirse de algo más que un bulto, y tampoco falta mucho para que nosotros nos bajemos luego de una nueva odisea de domingo. La próxima semana debería ser más relajado porque la Vale y la Dani van a andar con nosotros, pero no debo hacerme esperanzas con lo bipolares que son esas dos.
Cuando nos bajamos tratamos de hacerlo con el menor esfuerzo posible e intentando disimular que venimos "on the ball", pero por tratar de ayudarte cuando te tropiezas con la vereda termino chocando contra el paradero sacando risas de los que aún venían en la micro. Al menos ya estamos en el pasaje y nos esperan nuestras casas.

2 comentarios:

Puik dijo...

Carlos:
Yap, ahora me voy a dar el tiempo de leer con calma los cuentos y darte mi opinión. Por hoy, veamos este.
Primero, creo que no hay un 'trama' potente... o sea, tu historia es sobre dos amigos que vuelven a su casa después de un carrete, un relato bastante común que por si solo no tiene ninguna 'peripecia' digna de contar. Ahora, ahí está la clave, en hacer de historias sencillas grandes cuentos.
Sin embargo, en tu cuento no pasa nada, es decir, nada que sea digno de contar, se van a su casa con caña, se topan con la suegra que apenas los foquea y chao... nopo! tiene pasar algo, algo que haga que a uno le den ganas de seguir leyendo, pero no hay un avance interesante, la cosa termina tal como tiene que terminar sin que pase ninguna cosa particular.
Moraleja: haz una historia digna de contar... o sea, es como un chiste, si sabes que nadie se va a reír, lo cuentas?

Puik dijo...

2da parte y final...
Del lenguaje, creo que todavía está muy empaquetado pero avanzas, te falta explorar un registro más coloquial... o sea, sé que no te puedo decir 'escribe como hablas', porque... tu hablas así! pero si puedo decirte, que no todos tus personajes son como tú, tienes que perfilarlos... darles una personalidad, y eso, empieza por darles un lenguaje propio que no sea el tuyo.
Y por último, que siempre lo haces, hasta en tu día a día... das muchos detalles, y el drama es que son detalles que no importan, que no hacen ninguna diferencia en la historia y que de hecho uno se pregunta ¿porqué chucha me está diciendo esto? jaja, me sigues??
Hay unos aciertos bien buenos, como por ejemplo aludir a trivelli con el lomo de toro (la gente tiene un referente en la cabeza, apelas a sus recuerdos de forma graciosa), pero hay también muchos lugares comunes, con la caña, la suegra... que como la historia es débil, pesan mucho.

Bueno, eso con este cuento... ahora, sé que no es fácil y que te forcé a hacer cosas que no haces frecuentemente, pero parte de escribir es experimentar... y bueno, siempre vas a tener la última palabra sobre cómo quieres escribir.

Eso, un beso, luego leo otro

Josefina Herborn la sacrílega